Yendo de la cama al living...
Como la canción del loquito este de García Moreno, hoy tengo ganas de hablar de mi habitación: es cuadrada, nada del otro mundo... tiene un gigantesco ropero que comparto con Pablo (valga decir que si fuera mujer no sólo no lo compartiría, sino que no me alcanzaría...) En fin, hay una ventana que mira a la calle, o mejor dicho, a la plaza... y dos paredes completamente libres, en las que a través del tiempo puse fotos, cosas, cosos y cosas así... mi cama (una cama grande, que conseguí al utilizar mi astucia y malafinescencia...), mi cama está en verano pegada a la ventana, y ahora que ya empieza el frío, diametralmente opuesta, para no chupar fresco, como dice mi madre... Suele estar todo el día desordenada, cual habitación de adolescente, ya que a la mañana, si no hay tiempo para nada, ni para comer algo, menos para tender una cama...
A su lado hay una mesita de luz en la que guardo mis fotos más viejas, papelitos de esos que siempre uno guarda (e.g. entradas del cine, pulseritas de boliches o autoadhesivos de esos que te ponen en las valijas en los aeropuertos), y todo ese tipo de cosas que uno debe tener a mano cerca de la cama... también hay un velador desconectado, que resulta ser por tal motivo un artifundio inútil, y finalmente, en la otra punta, el canastito donde se pone la ropa a lavar (cuando el nivel de ropa sobrepasa su altura, significa que voy a tener que lavar mucho, por eso lo odio tanto!)
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