Invierno porteño...
Este símbolo ha estado acaparando muchas de nuestras miradas en los últimos ocho meses. En cumplimiento de leyes, consejos y en nombre de la salud, el humo del tabaco ha sido retirado de cuanto lugar público y cerrado exista (o al menos, eso se intenta). Si mal no recuerdo la prohibición desembarcó en nuestra ciudad en octubre de 2006, y desde allí a la fecha se han notado ciertos cambios en la conducta de la gente, especialmente los fumadores. Lo que al principio era olvido o distracción, hoy es un casi terror... no, paren, no voy a ser tan tabloide. Digamos... "recelo" hacia los lugares cerrados. Voy a relatarles un día en la vida del fumador:
Se levanta temprano en la mañana, ya que debe ir a trabajar. Luego de salir de casa, prende (o no) el primero del día camino a la parada de colectivos o la estación del subte. Al llegar al trabajo, sabe que por las próximas 6, 8 ó 9 horas tendrá coercionada su libertad de fumar. Con suerte, el lugar de trabajo dispone de algún sitio especializado para tales abominaciones. Si es al aire libre, se ve en la práctica clausurado los días de lluvia o mucho viento (aunque algunos nos las arreglamos para hacerlo igual). Si es interno, una nube mucho más mortífera que el napalm invade nuestros pulmones al siquiera acercarse a tal horrendo habitáculo. Claro que la rutina condiciona la costumbre, y finalmente, tras la jornada de trabajo, uno puede recuperar parcialmente su libertad de fumar. Sin embargo, hay cosas mucho peores: salir a comer afuera implicará que no se pueda fumar tranquilo tras un merecido banquete; ir a comprar ropa, o simplemente pasear y ver cómo los privilegiados lo hacen en un shopping, supone un fuerte síndrome de abstención posterior. Pero lo peor es lo que sigue: no hay nada más placentero que fumar en un boliche, pub, tomando algo o con un buen café en la mano.
Algunos lugares, en vista de no perder clientes, han sumado esos mortíferos habitáculos que mencionaba antes, y en el mejor de los casos, algún espacio externo.
Esto estuvo muy bien durante el transcurso de la primavera y el verano porteño. Pero el otoño nos arrojó a un clima periglacial que hace de estas estructuras algo inútil. Díganme quién va a querer irse a tomar un café en plena Avenida Corrientes, durante un invierno furioso, en la calle; teniendo que soportar que el café se congele al sólo contacto con el helado aire rioplatense.
De lo que nadie habla, es de que esta histeria que se genera alrededor de la influencia de la nicotina le otorga al cigarrillo un valor fetichista, al punto de necesitar fumar dos y más cigarrillos antes de entrar a cualquier espacio cerrado, y otro tanto al salir. Una histeria que finalmente genera más consumo, algo opuesto a lo que la nueva ley pretende.
En fin, como siempre, será cuestión de ver la veta creativa dentro de nosotros mismos, y por lo pronto, ir a patear tachos si sale alguna propuesta que prohíba fumar en nuestras propias casas.
3 comentarios:
acepto lo que decis pero esta vez no comparto tu opinión.
la ley la vi, no como algo para hacer que la gente baje el consumo sino para que la gente que no fuma pueda respirar un poco mejor.
antes de la ley yo me he retirado de lugares antes de sentarme donde no te ofrecían un lugar separado de fumadores (siempre el unico lugar libre que había era en el sector de fumadores)
me parece que bueno, cómo decirlo? tenes una "pequeña" adicción, como todo fumador. antes se daba por sentado que a nadie le molestaba el humo y a mi me molesta y mucho! y no soy la unica....
ASI QUE ESTOY MUY CONTENTA CON ESTA LEY
muy buena la ley!
aquí en Tucu la tenemos desde el año pasado!
A mí también me molesta el humo!
saludos andisirilingui!
Cerdos liberales!
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