Ladran, Sancho...
...señal que cabalgamos...
No me gusta la sabiduría popular, y aunque muchos piensen que éste no sería el caso, en realidad la frase no pertenece al paladín de la literatura castellana. En ningún libro de Cervantes aparece esta frase, que incluso tiene variables según el país y el vocabulario popular, por ejemplo:
"Los perros ladran, Sancho, señal que cabalgamos"
"Ladran, Sancho, señal que pisamos fuerte"
Aunque el autor haya quedado en el olvido para la mayoría de personas, es preciso acotar que le perteneció a Samuel Alfonso de Barrantes Quicaño, prolífico escritor de vastas historias de cruzados y caballeros de viejo semblante.
En un manuscrito del propio Samuel Alfonso Barrantes, uno de los personajes (un viejo cruzado, denominado simplemente como “el manchego”) le dice a su fiel escudero (denominado, ramplonamente por Barrantes como “botijas”), al pasar por un criadero de galgos para llevárselos al Nuevo Mundo: “Ladran, Botijas, hay que galopar”.
La vida cultural y literaria está plagada de premisas falsas que se generalizan y de frases dichas por personajes que nunca existieron. Eso sucede regularmente cuando una persona que dice estar autorizada por el hecho de utilizar un medio de comunicación escrito o electrónico, habla de oído o por boca de ganso. ¿Alguien escuchó de boca de Evita “volveré y seré millones”? Alí Babá no era el jefe de los 40 ladrones, sino su enemigo; y Frankenstein no era el monstruo, sino su involuntario inventor.
La moraleja de esta frase nos dice que no es importante que la gente hable mal o bien de uno, sino simplemente que hablen, prueba de que uno ha alcanzado al menos a subir un peldaño en la larga escalera que nos lleva a la vida de fama.