De la naturaleza subjetiva de la experiencia
Hay cosas que uno no entiende, como la geometría de Arquímedes o el existencialismo de Kant, incluso las narraciones de Kafka (de las que muchos hablan como si las entendieran, pero ese es otro tema). Hay cosas en las que uno se pierde, como en Wall Mart luego de haberse fumado un porro, o como en la distópica Facebook.
Pero hay cosas que REALMENTE no se entienden.
Yo hablo de cosas cotidianas, cosas de todos los días, cosas que lo hacen a uno como es, pero también lo hacen porque uno es que es como si lo fuera que es. Digamos que uno se levanta a la mañana, apaga el despertador, va al baño, hace lo primero, se cepilla la dentadura y una vez despojado de las viles ropas que cubren nuestras vergüenzas, se mete en la ducha / bañera y se empapa con agua bien caliente, se enjabona todo el cuerpo hasta que parece una gran masa deforme y envaselinada, se refriega las partes más complicadas y lo hace con más suavidad sobre las más delicadas, luego se enjuaga con abundante líquido acuoso, cierra las canillas y se seca con un toallón de mullidez variable según la escala socioeconómica.
Supónganse, por ejemplo, que el traicionero despertador no lo despertó a uno en tiempo y forma, y con gran tristeza, uno debe sacrificar el aseo diario por una vez. Supongamos que uno puede tener mala suerte y que le pase dos días consecutivos. Supongamos que uno depende del canto de un gallo y le pasa tres días a la semana. Supongamos también que uno se acaba de mudar a un apartamento a reciclar y aún no tiene agua y debe molestar a un vecino o amigo cada tanto. Supongamos también que uno nació en Francia o Italia y sólo entra a la ducha los sábados por la tarde. Supongamos que el mundo está contra uno y pasa más de una semana sin ducharse.
Leyendo hasta acá hay gente que debe haberse olido las axilas para comprobar si estaba en buen estado higiénico. Otros habrán tenido arcadas.
Supónganse algo mucho peor. Supónganse un continnum ininterrumpido de estas secuencias. Supónganse una campaña estilo AXE, pero en vez de estar en contra de los analgésicos, en contra de los jabones para la piel, alguien que se pierde en la góndola de la limpieza.
Supónganse a una señora de avanzada edad saliendo a su balcón a regar sus plantas, envuelta en una bata que se abre como flor en primavera y deja ver sus más arrugadas vergüenzas.
Supónganse entrar a la habitación de sus padres y verlos en, bueh... en eso.
No voy a seguir enumerando situaciones hipotéticas, pero supónganse algo mucho peor, supónganse, literalmente, el aroma de una sopa abandonada al aire libre en pleno verano, finamente mezclado con un suave toque de talco para bebés.
Señoras, Señores y jóvenes sin nada mejor que hacer, supónganse convivir con esta potente fragancia todas las mañanas de su vida.
Ahora traten de entenderme.
MONACOMOMO
Movimiento Nacional Contra los Malos Olores de Medio Oriente