Los feriados...
Los días feriados intersemanalaborales tienen extrañas particularidades. Una de ellas, muy conocida, es que el día feriado que agujerea la laboralidad de la semana comienza siendo sábado y culmina siendo domingo. Los domingos, como es sabido, son el día con mayor tasa de suicidios, más específicamente en el lapso entre las siete y las nueve de la noche. A esto súmele que el viernes (día en el que se convierte el anterior a este feriado diádico, resta la obviedad de que el día posterior es lunes en su comienzo y luego retorna a su nómina y función al pasar la llamada hora sin sombra), decía, súmele que el viernes suele ser un día en el cual la gente -con onda, vio- se rompe la cabeza con sustancias, porque está cansadísima luego de la semana siempre agotadora y no tiene energías para salir decentemente, pero tampoco quiere quedarse en su casa y dormir, oh, sumum de la depresión que acarrearía esa vejez anticipada. En el sábado en sus primeras horas, por lo tanto, existe un profundo resentimiento físico por los desbordes de la noche anterior. Recapitulemos: tu día empezó con la depresión física propia de los sábados y terminó con la depresión existencial propia de los domingos, momento en el que tu alma se desprendía lentamente de la resaca para incorporarse a los pensamientos terminalistas. En este punto puede suceder dos cosas: o te sentís explicado y le restás importancia a tus sensaciones de ayer a través de la contextualización o te sentís, para colmo de males, un ser común y corriente dominado por la estructura de las semanas. Espero que sea lo primero. Y sí, alguna vez te vas a sentir mejor. Y después peor, y después mejor, y quizás después...
Admito que es un garcha…